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Escrito por Gabriel Lira
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07 de octubre 2024
Si lo vemos en retrospectiva, el equilibrio espiritual de Freddy Turbina está muy vinculado con el equilibrio emocional necesario para contribuir a la seguridad vial de todos.
En una buena parte del planeta, se dice que una persona es adulta cuando tiene 18 años o más. Es a esta edad, que supuestamente se ha alcanzado el grado de madurez necesario para, por ejemplo, sacar licencia y manejar responsablemente.
Transversalmente, se afirma que a los 18, una persona tiene la capacidad de raciocinio y decisión para actuar en una situación de peligro. El mayor de edad, de ser así, debe ser capaz de asumir que no se encuentra en condiciones de manejar en un determinado momento.
A los 18 años, e idealmente antes, debemos ser capaces de estimar las situaciones riesgosas de nuestras vidas y actuar con cuidado frente a ellas. No conduzcas de noche con lluvia y cansado de la misma forma que relajado en una recta en un día soleado.
Adáptate a las circunstancias de conducción siempre.
Chequea los registros de kilometraje de un vehículo usado, sus dueños, revisiones técnicas, si ha sido chocado, recalls, multas, TAG y más.
Como dice el Libro para la Conducción, a los 18 años, la persona debe contar con el desarrollo adecuado de sus órganos y dispone de mecanismos psicológicos para controlar los impulsos que van en contra de sus decisiones, o bien de las decisiones que debe tomar.
Desgraciadamente, no todas las personas somos iguales, la inmadurez emocional existe y es mucho más común de lo que creemos.
Es por esta razón, que ocurren muchos accidentes, puesto que existen personas, que incluso pueden tener su licencia de conducir, pero que son temerarios al volante, implicando un peligro para todos.
Según el Libro para la Conducción de Conaset, los jóvenes se involucran con mayor frecuencia en siniestros de tránsito debido a las siguientes caracterísiticas que son propias de esta etapa de la vida:
Todas las personas podemos ser vulnerables frente a un accidente, no solamente los jóvenes. Es responsabilidad de todos tener una buena capacidad de raciocinio y decisión para evitar un accidente.
Con todo lo anterior, el Libro para la Conducción, destaca los 5 factores que influyen en la evaluación y aceptación del peligro:
Excesiva necesidad de autoafirmación, que hace a las personas más competitivas, dispuestas a no respetar las normas y leyes del tránsito.
Sobrevaloración de capacidades al volante, donde uno cree que maneja espectacular y omite algunas acciones, como ponerse el cinturón de seguridad.
También es determinante el nivel de experiencia, sobre todo cuando hay que actuar o decidir rápido para evitar un accidente. Mientras puedas, es bueno practicar al volante.
Por el contrario, cuando se mezcla demasiada experiencia con el gusto por llamar la atención, la cuestión puede ponerse peligrosa.
Hay algunos ‘centro de mesa’, que les gusta llamar la atención, como hacer maniobras riesgosas al volante.
Sería algo así como conducir a la ofensiva. Todo lo contrario de manejar a la defensiva. Tomar riesgos innecesarios como adelantar sin visual o acelerar cuando ve una luz amarilla.
Como decíamos recién, mucha experiencia podría ser contraproducente si una persona no es lo suficientemente madura para controlarse al volante.
A veces, la influencia de publicidad o películas, especialmente por aquellas que incitan al riesgo, podría hacer que una persona confíe mucho en sus habilidades al volante. Eso podría hacer que la persona pierda el control asumiendo más riesgos.
Pensar que se puede tomar esa curva un poco más fuerte o confiar en el dicho popular “curao manejo mejor”, son señales claras de una baja percepción de riesgo, sobre todo de los más jóvenes.
No obstante, todos los seres humanos podríamos sufrir algún impulso equivocado en algún día de mucho estrés y también de mucha alegría, ojo.
La invitación es, saber controlarse y tener una buena capacidad de raciocinio y decisión frente a todo lo relacionado con manejar un auto o bien, ser pasajero, ciclista o peatón en Chile.
Para ser conductor hay muchas exigencias respecto de conocimientos y destrezas. Un buen conductor debe ser capaz de registrar todo lo que perciben sus sentidos mientras maneja.
Nuestro cerebro interpreta nuestras percepciones e impresiones y toma una decisión. Hay que ser consciente, por ejemplo, que mientras conduces hay muchos puntos ciegos que podrían ocasionar un accidente o que los objetos en los espejos se ven más lejos de lo que de verdad están.
Es fundamental ser empático con todas las personas que nos rodean en la vía, sean otros conductores, peatones, ciclistas o pasajeros que podrían subir o bajar del transporte público.
Para que seas una persona precavida, el Libro para la Conducción sugiere los siguientes requisitos emocionales para una conducción más segura:
Como te decíamos al principio de este post, la capacidad de raciocinio y decisión en los seres humanos, se da cuando se adquiere un grado efectivo de madurez emocional, lo que normalmente se consigue en torno a los 18 años.
Se dice que a esa edad, la persona puede ser un conductor responsable, capaz de saber cuándo hay o no un peligro mientras maneja. Al mismo tiempo, podrá decidir qué hacer en un determinado momento, reduciendo los riesgos y accidentes a la mínima expresión.
Una persona con capacidad de raciocinio y decisión, puede controlar los impulsos que promueven conductas riesgosas y/o manejo temerario.
No se conduce de la misma forma siempre, hay que saber adaptarse a la realidad. Hay que poder distinguir cuáles conductas son las adecuadas en un determinado contexto.
Hacer zigzag en el tránsito y cambiar de pista de forma brusca no debería hacerse nunca. Hasta en las carreras de auto las adelantadas tienen algo de prudencia en la maniobra.
Respeta las leyes y normas del tránsito. Adapta tu conducción dependiendo de si estás en ciudad o carretera; de día o de noche; con lluvia, con neblina o con sol.
Sé consciente de quién eres, cuáles son tus principios, valores y qué quieres. Asume tus limitaciones y sé humilde, pocas cosas son tan peligrosas como la soberbia al volante.
Muchas veces los jóvenes están en búsqueda de su identidad, lo que puede hacer que cometan errores fatales. Un ejemplo de esto es querer comprobar, indebidamente, cuál es la velocidad máxima que alcanza un vehículo; o bien querer dar una curva más cerrada y rápido de lo necesario.
Si no hay fiscalización de Carabineros o de algún radar, de igual manera hay que controlar la velocidad. No se trata solamente de evitar multas, sino también accidentes de tránsito.
Poder mantener el control en situaciones límite es una muestra de madurez. Saber dominar la irritación frente a quien cometió una imprudencia, también es señal de madurez y por consiguiente, de autocontrol.
El autocontrol y la serenidad de las acciones te ayudará a tomar mejores decisiones en todo momento. La agresividad nos lleva a ser impulsivos y ese tipo de conductas debemos erradicarlas de cada uno de nosotros, sobre todo al volante.
Contrólate con el celular. Si vas a manejar, no revises el celular, mantén la concentración en la ruta todo el tiempo.
Todo lo que te hemos dicho, habla de una persona madura y responsable. La seguridad vial dependerá mucho de la responsabilidad de todos y cada uno de los usuarios de la vía pública. Es decir, si vas al volante, o como peatón, acompañante, ciclista o pasajero de micro, taxi o Uber.
Debes mostrar consideración con el resto, sigue las normas del tránsito y enfrenta con madurez las consecuencias de tus acciones.
Respecto de la consideración, hay que desarrollar la empatía. La convivencia armoniosa necesita de una participación de todas las personas involucradas. Debemos velar por la generosidad y tolerancia de todos.
Es importante que entre todos los actores del tránsito formemos comunidad en un entorno vial saludable.
Existen personas que modifican la forma de actuar dependiendo de si están solos o con alguien. La presencia, opiniones y percepciones del resto, podrían afectar la manera de ser de cualquiera de nosotros.
Es natural; no todos actúan igual frente a sus amigos, familiares, algún colega del trabajo o una persona que se está conociendo. Es importante ser siempre uno mismo, pero cuidando mantener el control, la amabilidad y empatía con todos los actores involucrados en el tránsito.
Las personas más influenciables pueden verse en un problema, al sentir que el pensamiento del resto influye en su comportamiento al volante. Eso afecta a la prudencia con la que se maneja y también afecta a la toma de decisiones en una situación de peligro.
Eventualmente, la influencia y presión del grupo podría ser positiva. Quizás vas acompañado de personas que tienen mejores principios con valores ligados a la seguridad y responsabilidad. Si vas con tus suegros, por ejemplo, querrás ser ejemplo de seguridad y buen andar, ¿o no?
Si vas conduciendo con personas que han injerido drogas o alcohol, no te dejes llevar por los impulsos. No sería extraño que alguien en estado de ebriedad, te invite a acelerar más o a adelantar a ese que va en frente demasiado lento.
Que no te afecte negativamente la influencia del resto. Recuerda que al volante hay que ser responsable y manejar a la defensiva, siempre.
Según el Libro para la Conducción, hay varias conductas o variables que ayudan a que se produzca un accidente o a lo menos, algún conflicto vial.
Entre las conductas que implican riesgos, según el Libro para la Conducción, destacan:
La impulsividad, en palabras simples, es actuar sin pensar, sin prever las consecuencias. En la gran mayoría de los casos, la impulsividad lleva a consecuencias negativas, como perder el control del auto o generar un problema en algún otro actor del entorno vial, aumentando el riesgo de siniestros.
Al ser humano le cuesta asumir las consecuencias de sus acciones y por tanto, es propenso a culpar al resto sin ver ni evaluar el comportamiento propio.
Cuando se realiza alguna acción temeraria al volante, o derechamente se es imprudente, no hay por qué culpar al resto. Probablemente, ese caos lo generaste al ser impulsivo, irresponsable y no tener autocontrol.
Hay que asumir las culpas en una determinada acción al volante y tener la suficiente humildad de reconocer el error, aprender de él y modificar este tipo de conductas en pos de una mejor convivencia y seguridad vial. Los seres humanos nunca dejamos de aprender, asumámoslo.
Ser humilde y asumir errores siempre será una contribución para generar un conductor seguro.
La represión tiene que ver con adaptarse a las circunstancias de manejo. Para una conducción segura, estás obligado a reprimir algunas emociones que podrían ser fuente de riesgo. Si estás apurado o atrasado, tendrás que aceptarlo, pero no correr más de la cuenta, ahí es donde comienzan los riesgos.
Tienes que reprimir todo tipo de actitudes que podrían atentar contra una sana convivencia y seguridad vial. Controla tus emociones y si vas atrasado, asúmelo, pero sin acelerar más de lo necesario.
Este rasgo le ocurre a personas más tímidas o que le tienen miedo al ridículo. Por un lado, son personas que quieren verse seguras y osadas, pero en el fondo se sienten inseguras.
Frente a alguna situación de riesgo o algún problema de convivencia, este tipo de personas pueden tener un comportamiento agresivo. Esto ocurre, porque esa persona quiere demostrar seguridad y osadía, pero no le resulta.
En lugar de recibir el elogio y aprobación de otros, está cometiendo acciones que desencadenan riesgos en la conducción.
La necesidad de ser validado por el resto, que ocurre mucho más en adolescentes, es peligrosa. Al volante, la persona busca ser validado por sus destrezas 'pisteando como un campeón'.
Las personas que necesitan validación, constantemente critican la conducción del resto para demostrar que sabe más sobre cómo manejar. Otra cuestión riesgosa es creer que se tiene más derechos que el resto.
Peor aún, es creer que la acción de otros está perjudicando ese derecho diferenciado que uno siente frente al resto. La persona con necesidad de validación se siente desafiada por estas acciones del resto, aumentando fácilmente los riesgos y circunstancias de sufrir un accidente.
Chequea los registros de kilometraje de un vehículo usado, sus dueños, revisiones técnicas, si ha sido chocado, recalls, multas, TAG y más.
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